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Guillermo Tella

Artículos

Una ciudad sin su brújula:
Diálogos con Felipe Cabrales

En México, la ciudad de Guadalajara, sede de los Juegos Panamericanos 2011, ha puesto en evidencia una encrucijada: cómo capitalizar esta excepcional oportunidad de desarrollo urbano en una ciudad de casi cinco millones habitantes que afronta situaciones de crisis por no encontrar el modo de orientar su crecimiento. Desde esta perspectiva, reflexionamos recientemente en entrevista exclusiva con Luis Felipe Cabrales Barajas, Doctor en Geografía y Ordenación Territorial y referente internacional en temáticas tales como la producción del espacio urbano y la segregación social, quien sostiene que Guadalajara se encuentra sin su brújula urbana.

La ciudad de Guadalajara ha tenido un crecimiento extensivo en las dos últimas décadas. ¿Qué factores incidieron para que no encuentre su brújula urbana?

Guadalajara conforma un conglomerado metropolitano que aloja actualmente a una población próxima a los 4,5 millones de habitantes, siendo la segunda ciudad nacional. Refleja una estructura promedio de baja densidad en un amplio territorio, en torno a 80 habitantes por hectárea. Es una ciudad expandida, marcada por identidades múltiples y por un esquema de fragmentación política (se constituye por 8 ayuntamientos y administraciones de distinto signo partidario). Por tanto se han perdido referentes comunes y coexisten hoy varias ´Guadalajaras´.

Tal diversidad ha ido acompañada de procesos que refuerzan el individualismo y que se estimulan desde prácticas de consumo y configuración de espacios excluyentes, lo que atenta contra la cohesión social. La creciente complejidad no encuentra mecanismos para ser gobernada y se opta por el modelo de “ciudad por proyectos”, cuyo correlato es una renuncia tácita a la planificación urbana integral.

Estas circunstancias a su vez propician un hecho lamentable: los agentes inmobiliarios privados se han convertido en un poder fáctico y corporativo que supera al Estado en materia de intervención urbana y “ordenación” del territorio, algo que quedó plenamente comprobado durante el boom inmobiliario experimentado en México durante la última década.

Deberíamos arribar a un escenario en el que los promotores inmobiliarios ganen sin que la ciudad pierda. Si bien en 1992 se decretó el Plan de Ordenamiento de la Zona Conurbada de Guadalajara, el plan perdió vigencia y no ha sido reemplazado, de ahí que la ciudad navegue a la deriva, sin brújula, a expensas de intereses que de ninguna manera encuentran contrapesos públicos que los someta a unos códigos aceptables de disciplina urbanística. Se ha perdido aquella nación rousseauniana del “bien común” que no por vieja debe sepultarse.

Actualmente se avanza en México en una Ley de Coordinación de Zonas Metropolitanas: esto puede constituir un cimiento para ensayar un mejor gobierno, una vez resueltos mecanismos financieros y logrados acuerdos intermunicipales -escala horizontal- y entre los tres niveles de gobierno -escala vertical-.

Mientras Guadalajara navega sin rumbo: ¿Qué procesos se reproducen en este escenario tan complejo? ¿Qué ocurre en el centro y qué en las periferias?

A pesar de su valía cultural e identitaria, el centro histórico de Guadalajara está en decadencia: denota claros procesos de deterioro físico, sobrecarga de funciones comerciales y vaciamiento demográfico. Abarca aproximadamente 780 hectáreas y muestra diversidad de matices. Pero vale destacar que es un espacio recuperable. Por otra parte, las periferias de la gran aglomeración desarrollan un modelo de crecimiento difuso y depredador de recursos naturales.

Durante las dos últimas décadas las principales metrópolis nacionales han estado sometidas a un “crecimiento decreciente”: crecen relativamente más despacio que antes, a tasas promedio anual de alrededor del 2 %, cuando hace 4 ó 5 décadas alcanzaron tasas próximas al 6 %. En términos absolutos los municipios metropolitanos de Guadalajara suman anualmente un promedio de 80 mil nuevos habitantes. Igualmente preocupante es que se incorporan a la ciudad 120 mil vehículos anuales, estadística vital para entender las tensiones urbanas actuales.

El principal problema en toda la ciudad es la pobreza, causa y disparador de otros problemas. Para evitar el sesgo reduccionista prefiero referirme a los tremendos contrastes sociales ya que la ciudad también exhibe una riqueza que llega a ser ofensiva, en ese sentido es mejor acudir a los conceptos de segregación social y fragmentación urbana que se materializan por ejemplo en la gran proliferación de urbanizaciones cerradas.

Parece que la pobreza no se identifica convencionalmente con los problemas urbanos y que su solución depende de “políticas sociales” -generalmente asistencialistas-, y no de “políticas urbanas”. Esto es un error ya que la atención a temas como el empleo, la seguridad ciudadana y el acceso a bienes colectivos puede estructurarse en torno a proyectos urbanos innovadores. Ello requiere de estrategias coherentes y de relaciones intergubernamentales que atiendan los problemas transversalmente, algo para lo cual la administración pública no está preparada, puesto que priman las visiones sectoriales de corto plazo y las acciones disociadas.

Cuando se aplica un esquema integral y proactivo que pone el acento en las necesidades de las personas se facilita la construcción social de valores como la cooperación y la solidaridad, indispensables para el desarrollo. El modelo que insinúo ha sido aplicado en forma ejemplar en Medellín, Colombia, enmarcado por el concepto de “urbanismo social” y ha servido para reducir drásticamente la violencia y la inseguridad, al tiempo que ha impulsado la creación de empleos, el incremento de calidad de vida y está devolviendo a los ciudadanos el orgullo de vivir ahí.

La principal oportunidad es la recuperación gradual de la autoestima, convertir a los “habitantes” en “ciudadanos”, con todo lo que ello conlleva. Pero al mismo tiempo debe ser un estímulo para que la administración pública defina un proyecto de ciudad o -por lo menos- una “imagen-objetivo” que sirva para orientar la reinvención de Guadalajara.

Durante décadas los ciudadanos hemos presenciado pasivamente la acumulación de rezagos. Es por todo lo anterior que la ciudad se encuentra en una encrucijada en la que se sobreponen situaciones de crisis y oportunidad. La clave está en reivindicar la función pública del urbanismo para recuperar esta ciudad, que a pesar de todo nos parece entrañable a muchos de los que aquí nacimos.

 

© Guillermo Tella & Alejandra Potocko
En: Tella, Guillermo y Potocko, Alejandra. (2008), “Entrevista exclusiva al Dr. Luis Felipe Cabrales Barajas: Guadalajara, una ciudad que se plantea cómo convertir habitantes en ciudadanos”. Buenos Aires: Diario El Cronista, Suplemento de Arquitectura; octubre 02, pp. 2-3.