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Guillermo Tella

Enfoques

Efectos de una modernización tardía
El caso de la región metropolitana de Buenos Aires

Efectos de una modernización tardía

El presente trabajo está centrado en el estudio de la estructura territorial de la región metropolitana de Buenos Aires (Argentina) con el propósito de examinar los dramáticos cambios urbanos asociados a las transformaciones de la economía global y, en general, con la “post-modernización” de la vida urbana y la sociedad. Desde una perspectiva teórica, su objetivo final es contribuir al análisis de las interrelaciones existentes entre estructuras espaciales y procesos sociales a partir de un estudio de caso que involucra a una metrópolis perteneciente a espacios mundiales de tipo semiperiférico.

El advenimiento de la Postmetrópolis

Ha quedado convencionalmente aceptado que la Crisis del Petróleo de 1973 constituye el jalón con el que culminó una particular época urbana, la de la “metrópolis moderna”, y a partir de la cual se inició la denominada era de la “Postmetrópolis”. Fue, precisamente, cuando comenzaron a evidenciarse los efectos territoriales sobre las grandes ciudades el momento en que la discusión sobre el tema se tornó más aguda debido a la complejidad y celeridad de los procesos de urbanización así como a la ineficacia de las tradicionales herramientas de actuación.

Desde esta perspectiva, la acepción Postmetrópolis permite resaltar las diferencias entre regiones urbanas contemporáneas y aquellas que se consolidaron a mediados de siglo, por lo tanto, el prefijo post marca la transición hacia nuevas formas postmodernas. (E.SOJA 1996). No se trata del desvanecimiento de la antigua estructura sino de su convivencia y articulación con nuevas y complejas formas de urbanización. La geografía industrial de la metrópolis fordista entró en un fuerte proceso de retracción ante el avance de una economía de servicios, con una densificación de los flujos de información y en el marco de una tendencia hacia modos de producción más flexibles.

En un trabajo reciente, M.CASTELLS (1997) sostiene que en esta “orilla de la eternidad… el espacio organiza al tiempo en la sociedad red”, donde no sólo las nuevas tecnologías de la información se dispersaron planetariamente a una gran velocidad sino que “la velocidad de esa difusión tecnológica ha sido selectiva tanto social como funcionalmente”. Argumentos que, desde este punto de vista, ponen en evidencia las limitaciones de las estructuras epistemológicas actuales para interpretar los procesos recientes de transformación territorial.

En la literatura reciente aparece con insistencia un tema de renovada importancia: el papel asignado a las metrópolis y sus funciones cambiantes en los nuevos espacios económicos de carácter regional y mundial. Tras la hipótesis de la “ciudad global”, que tan profundo impacto causó en el mundo académico (FRIEDMANN 1986, 1995; SASSEN 1991, 1996), definir la estructura y el comportamiento de las ciudades constituye un verdadero problema teórico y metodológico en el que la centralidad financiera, la flexibilidad tecnológica y la capacidad productiva se presentan como variables estructurales sin precedentes del proceso de urbanización.

En el marco de uno de los esquemas clasificatorios más difundidos es posible sostener, entonces, que si en los países centrales las ciudades primarias están encabezadas por New York, Londres, París y Tokio, y las secundarias por ciudades como Milán, Toronto o Sydney; en los países semiperiféricos las ciudades primarias serían centros como Saô Pablo o Singapur y las secundarias ciudades como Caracas, Seúl y Manila. Siguiendo este esquema, entonces, Buenos Aires constituiría una metrópolis secundaria de un espacio económico semiperiférico, mientras que una importante cantidad de aglomeraciones urbanas del Tercer Mundo, conformadas por millones de habitantes, quedarían excluidas.

De esta manera, el caso de Buenos Aires presenta el interés de mostrar como una aglomeración urbana que supera los trece millones de habitantes pero que pertenece a espacios económicos no centrales, ha adoptado a ritmo acelerado patrones observados en las ciudades globales de los países centrales pero condicionados por una localización semiperiférica y por procesos particulares desarrollados a lo largo de varias décadas.

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Acerca de la cuestión post-urbana

Buenos Aires exhibe un fuerte contraste entre centro y periferia, que puso de manifiesto la presencia de determinados patrones característicos de una inserción aguda a un sistema global de ciudades, tales como: la destrucción de tejidos fabriles e industriales, la construcción de ámbitos destinados a la expansión de la economía financiera, el desarrollo de nuevas tipologías edilicias residenciales, nuevas formas de distribución comercial sustentadas en el uso del automóvil particular, la aparición de nuevas modalidades de “comercialización del ocio” en las periferias, la inversión en estructura viaria para dinamizar los desplazamientos y, como contrapartida, el incremento de los asentamientos precarios y de los niveles de violencia urbana.

Asimismo, se ha evidenciado en la última década un crecimiento dicotómico como resultado de una “modernización” acelerada, tardía respecto de sus modelos centrales de referencia: por un lado, una acentuada concentración de la riqueza en determinados sectores sociales y, por otro, un empobrecimiento extremo, ante la incapacidad de absorción de fuerzas de trabajo por parte de la industria urbana. (SCHNEIER-MADANES 1998).

De este proceso diferencial se advierte que: mientras una parte del territorio metropolitano es objeto de inversión en equipamientos e infraestructuras de todo tipo —exhibiendo fastuosamente los efectos de una economía urbana integrada al sistema global—, la otra parte no es convocada para ello. Espacialmente, se evidencia en el surgimiento de espacios estratégicos reestructurados, debido a una fuerte concentración de inversiones de capital, así como amplias áreas residuales del modelo, ámbitos en los que se manifiesta un cierto abandono debido a que no resultan de su interés. (TELLA 1998).

Esta situación, entonces, se traduce en la formación de verdaderos enclaves urbanos, con aspectos más agudos y de naturaleza más crítica respecto de aquellos atribuidos a las metrópolis de países centrales. (BORJA y CASTELLS 1998). Efectivamente, los cambios mundiales en la economía y su instalación en el contexto local se encuentran en la base de la evolución reciente de la región metropolitana de Buenos Aires y se traducen en la aparición de nuevas formas residenciales, de nuevos patrones de consumo así como de nuevos desarrollos del terciario avanzado.

La generación de espacios estratégicos se produce en Buenos Aires de manera diferenciada y con características específicas, a través de un equipamiento selectivo del territorio y del incremento de sus desigualdades. Las transformaciones territoriales que se presentan a partir de la década de 1980 tienen aspectos comunes con los observados en otras ciudades de su talla, sin embargo, las características propias de su evolución socioespacial hacen que su impacto sea diferente, agudizando los cortes existentes en el interior del amplio abanico de sus tradicionales clases medias.

Con lo cual, muy recientemente tienen lugar, por una parte, los procesos residenciales que establecen enclaves de alto nivel sobre la extrema periferia, acompañados por la expansión también periférica del terciario avanzado y, por otra, procesos de deterioro central conducentes a la formación de guetos. Como respuesta, surge entonces el concepto de “urbanización cerrada” para conciliar: tierra barata (que aprovecha terrenos de grandes dimensiones), accesibilidad (debido a su proximidad a las autopistas), valores paisajísticos (mediante una evocación a la naturaleza) y seguridad (a través del recurso de la muralla y de la vigilancia privada).

Buenos Aires se encuentra inmersa en un proceso de reconfiguración territorial caracterizado por: (a) la difusión de un entorno urbano extenso y ajerárquico, fragmentado y discontinuo, que conduce a la deconstrucción de los clásicos conceptos de “centro” y de “suburbio” frente al surgimiento de centralidades de nuevo tipo; y (b) la tendencia hacia una economía de servicios que induce a una gran dispersión espacial de las actividades, impulsada por las innovaciones tecnológicas que desplazan las fuentes de trabajo de las áreas centrales hacia los bordes metropolitanos.

Modernización Tardía 2

El proceso de modernización tardía

Buenos Aires se ha caracterizado históricamente por su fuerte estructura monocéntrica, de manera que su downtown tuvo una supremacía irrefutable respecto del segundo nivel de centros de la aglomeración. Asimismo, los asentamientos residenciales surgieron y se consolidaron a través del tiempo en estrecha articulación con el trazado ferroviario.

Si bien a la dimensión económica debe asignársele la responsabilidad principal en cuanto a las lógicas urbanas de desarrollo de la ciudad, han existido procesos y resistencias propias que le otorgaron un rasgo diferencial a la espacialización local de las agudas políticas globalizadoras planetarias. De manera que, en la última década Buenos Aires fue objeto de fuertes procesos de reconversión económica e hiperurbanización acelerada que produjeron de manera simultánea una expansión y una recualificación socioterritoriales. Del conjunto de efectos visibles, es preciso subrayar a dos como los de mayor predominancia:

(a) la generación de nuevas centralidades periféricas que impactaron contra los bordes de la ciudad construida y que se materializaron a partir de: 1) una descentralización comercial, principalmente sobre los vacíos intersticiales de la segunda corona y posibilitado por el gran repliegue industrial, y 2) una desconcentración residencial, situada sobre la extrema periferia e impulsada por el desarrollo de los highways (que encubre impensables proyecciones a futuro).

(b) un proceso de recentralización de centralidades existentes, para permitir la expansión de actividades administrativas y financieras a partir de una creciente aportación de capitales transnacionales que “modernizaron” la imagen del antiguo centro con arquitecturas emblemáticas de fuerte impacto visual y económico (cuyo puntapié inicial fue dado por la reconversión de Puerto Madero).

Ambos procesos se llevaron a cabo de forma espontánea, por iniciativa privada, sin responder a ningún tipo de estrategia regional y en el marco de un laissez-faire territorial absoluto. El primero, sobre la extrema periferia en colisión con los bordes urbanos consolidados como suburbanización popular, el segundo, llenado los vacíos intersticiales dejados por el anterior avance de la ciudad entre los ejes de expansión de la urbanización. Su dosificación dio por resultado una nueva fisonomía urbana caracterizada por: (a) la dispersión periférica, (b) la difusión de subcentralidades, (c) la fragmentación territorial y (d) la discontinuidad de tejidos, como principales factores de motorización de las transformaciones territoriales recientes. (TELLA 2007).

Debe subrayarse, finalmente, que se trata de situaciones inéditas que afectan hoy a esta metrópolis semiperiférica como resultado de un proceso brusco y acelerado de modernización, en el que se llevan a cabo en forma extrema y tardía actuaciones que en los países centrales se desarrollaron paulatina y morigeradamente a lo largo de varias décadas. En sólo diez años, esta situación dicotómica de periferización de áreas centrales y de centralización de áreas periféricas fue materializada como resultado de un agudo proceso que encubrió el desvanecimiento industrial, la descentralización comercial junto con desconcentraciones residenciales espontáneas —bajo la lógica de enclaves de alto nivel, que comenzaron a evidenciar conflictos derivados de la dispersión de la urbanización—.

Dado que este proceso no ha alcanzado aún su punto de inflexión, la situación planteada si bien por un lado abre numerosos e importantes interrogantes en relación con la evolución futura de Buenos Aires, por otro manifiesta con claridad la presencia de un fenómeno urbano en expansión con consecuencias trascendentes e irreversibles sobre la estructura metropolitana. En este marco y de manera ineludible, la Administración deberá comenzar a asumir el papel conductivo que históricamente relegó.

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Bibliografía

–BORJA, JORDI y CASTELLS, MANUEL. (1998), Local y Global. La gestión de las ciudades en la era de la información. Madrid: Taurus.

–CASTELLS, MANUEL. (1997), La era de la información: Economía, sociedad y cultura. Madrid: Alianza.

–FRIEDMANN, JOHN. (1986), “The World City Hypothesis”. Development and Change. Nº 17, 69-84.

–FRIEDMANN, JOHN. (1995), “Where we stand: A decade of world city research”. En: P.L.Knox y P.J.Taylor (eds.), World cities in a world system. Cambridge, UK: Cambridge University Press, 21-47.

–SASSEN, SASKIA. (1991), The Global City: New York, London, Tokyo. Princeton University Press.

–SASSEN, SASKIA. (1996), Losing Control? Sovereignty in an Age of Globalization. The 1995 Columbia University L.H.Schoff Memorial Lectures. New York: Columbia University Press.

–SCHNEIER-MADANES, GRACIELA. (1998), “Buenos Aires: une métropole en projet”. París: Urbanisme, Nº 298, 14-22.

–SOJA, EDWARD. (1996), Thirdspace. Journeys to Los Angeles and Other Real-and-Imagined Places. Cambridge (Mass.): Blackwell Publishers Ltd.

–TELLA, GUILLERMO. (1998), “Modalidades de apropiación del espacio metropolitano”. Memorias del Seminario sobre Barrios Cerrados: Nuevas formas de urbanización del Gran Buenos Aires. Buenos Aires: Municipalidad de Malvinas Argentinas, 13-25.

–TELLA, GUILLERMO. (2007), Un crack en la ciudad: Rupturas y continuidades en la trama urbana de Buenos Aires. Buenos Aires: Nobuko.

© Guillermo Tella